En una gran mayoría de ocasiones los pacientes consultan por presentar lo que en medicina se llama síntomas lo que viene a ser como dolencias, algunas veces pueden tener el diagnóstico de una enfermedad previa y ellos mismos reconocen de dónde o porque presentan esa dolencia o síntoma.
Síntomas pueden ser la fiebre, el cansancio, la pérdida de peso, un dolor de estómago etc., la labor de un profesional en principio sería no banalizar el síntoma y escudriñar las posibles causas hasta llegar al diagnóstico de una enfermedad que por sí misma explique ese o esos síntomas.
En este proceso de recogida de datos e información durante la entrevista con el paciente a través de la historia clínica y la exploración física, se podría llegar a la conclusión que el síntoma por sí mismo es lo suficientemente importante para el paciente, qie lo urgente y prioritario es intentar solucionarlo lo mejor y mas rápidamente posible.
La experiencia médica enseña cuando profundizar o tirar del hilo hasta el final o cuando considerar al síntoma en sí mismo como relevante.
Es cierto que en la práctica médica se solicitan pruebas diagnósticas en exceso, la razón es que más del 50% son normales. En muchos casos el médico adopta una actitud defensiva, que va a generar al paciente más incentidumbre, desasosiego y ansiedad ante la demora y el conocimiento de su resultado.
Puede ocurrir también lo contrario, tratar un síntoma sin valorar adecuadamente su causa esto puede conducir a graves consecuencias , diagnósticos tardíos de enfermedades graves dolencias que pueden enmascarse y posteriormente recidivan con mayor virulencia.
El tener una visión objetiva y a la vez prudente y decisiva forma parte del quehacer diario y quizás solo la experiencia de muchos años de práctica permite ver la cuestión en su verdadera dimensión
Ni banalizar ni sobreestimar esa es la cuestión.