Infecciones respiratorias e Infarto de miocardio

Puede actuar como desencadenante de un ataque al corazón.

Las personas que sufren una infección respiratoria tienen un riesgo 17 veces mayor de sufrir un infarto durante los siete días siguientes, según un trabajo de la University of Sydney (Australia) que publica «Internal Medicine Journal».

Los autores de este hallazgo aseguran que es el primer estudio en mostrar una relación entre enfermedades respiratorias como la neumonía, la gripe o la bronquitis y el infarto a través de una angiografía coronaria, una prueba que permite detectar obstrucciones en la arteria del corazón.

«Confirma algo que ya habían sugerido estudios previos, que una infección respiratoria puede actuar como desencadenante de un ataque al corazón», ha asegurado el cardiólogo Geoffrey Tofler, que ha dirigido esta investigación.

Además, su trabajo ha revelado que este aumento del riesgo de infarto no solo se produce al inicio de los síntomas respiratorios, que alcanzan un pico durante los primeros siete días y luego se reducen gradualmente, sino que sigue siendo elevado durante todo un mes.

La investigación incluyó a un total de 578 pacientes que habían sufrido un infarto como consecuencia de una obstrucción de la arteria coronaria, y de quienes se tenía información sobre los síntomas de todo tipo que habían sufrido previamente.

De este modo, el 17% de los pacientes reconocieron haber presentado síntomas de infección respiratoria los 7 previos al infarto, y un 21% durante el mes anterior, tales como dolor de garganta, tos, fiebre, dolor en el pecho, o un diagnóstico de neumonía o bronquitis.

Y en un segundo análisis se tuvieron en cuenta solo aquellos con síntomas relacionados con el tracto respiratorio superior, como resfriado común, faringitis, rinitis y sinusitis. En estos casos, el aumento del riesgo fue algo más bajo, pero aún así era 13 veces mayor, según ha añadido Lorcan Ruane, también autor del estudio.

«Aunque las infecciones de las vías respiratorias superiores son menos graves, son mucho más comunes que los síntomas de las vías respiratorias inferiores, por lo que es importante entender también su relación con el riesgo de infartos», dijo.

Entre las posibles causas de esta relación los investigadores apuntan que la infección respiratoria puede favorecer una mayor tendencia a la coagulación de la sangre, la inflamación y las toxinas que dañan los vasos sanguíneos y los cambios en el flujo sanguíneo», ha añadido Tofler.

Por ello, aunque el riesgo absoluto de sufrir un infarto sigue siendo bajo, recuerda a los ciudadanos que «deben ser conscientes de que una infección respiratoria también puede derivar en un evento coronario». «Y por ello deben tomarse todas las medidas preventivas posibles como informar a estos pacientes de los síntomas que pueden avisar de un posible infarto», ha añadido.

Artritis, gripe y vacunación

Los pacientes con artritis forman parte de los grupos de riesgo de gripe por lo que se recomienda su vacunación.

Son considerados inmunodeprimidos debido a que su sistema inmune está debilitado debido a la propia enfermedad.

La asociación ConArtritis han puesto en marcha la campaña ‘Activo frente a la artritis, mes a mes’ con el objetivo de informar sobre la prevención de ciertas enfermedades mediante la administración de vacunas ya que, las personas con artritis reumatoide, artritis psoriásica, artritis idiopática juvenil y espondiloartritis se encuentran dentro del grupo poblacional al que se le recomienda vacunarse de la gripe, así como de otras enfermedades para proteger su organismo.

Las personas con artritis son consideradas inmunodeprimidas debido a que su sistema inmune está debilitado debido a la propia enfermedad y a la toma de ciertos medicamentos comunes para controlar los efectos de la artritis, lo que lleva a que su sistema inmunológico pueda estar más débil que el de una persona que no padezca la enfermedad y por tanto, presente más posibilidades de contraer ciertas infecciones.

«Es importante que las personas con artritis reciban la vacuna en cada temporada gripal, siendo sus resultados aceptablemente buenos. En ocasiones puede ocurrir que al combinarla con ciertos tratamientos la respuesta de la vacunación sea algo más baja, pero funciona y no supone ningún problema de seguridad, es decir, no le va a causar daño, incluso si está siendo tratado farmacológicamente de la artritis», ha indicado el vocal de Relaciones con Sociedades Científicas de la Asociación Española de Vacunología, el Dr. José María Bayas.

«La recomendación es que los adultos sigan el calendario de vacunas habituales. Con el objetivo de evitar la reducción del efecto de la vacuna, lo aconsejable es administrar las vacunas antes de comenzar con el tratamiento para la artritis, «lo ideal es vacunar cuando la persona no está en pleno tratamiento de la artritis, pero si no es posible, siempre será mejor vacunar y que tenga algo de efecto, que no vacunar y que el efecto sea cero», ha aclarado el Dr. Bayas.

Junto con la vacuna de la gripe, la neumocócica también es importante para las personas con artritis y así lo indica en el trabajo ‘Vacunas y actividades preventivas en pacientes con artritis inflamatorias’, en el que se destaca la neumonía como uno de los principales problemas que se pueden prevenir mediante la vacunación en adultos mayores de 50 años.

«Las vacuna neumocócicas, dependiendo de la situación del paciente, también se recomiendan; así como la de la hepatitis B, si no fue vacunado durante la infancia. Lo importante es revisar y poner al día la situación vacunal de la persona para determinar cuáles son necesarias y, si es posible, administrarla antes de comenzar con el tratamiento de la artritis», recoge el citado trabajo.

También son destacables las vacunas de virus vivos atenuados, tales como la de la varicela, el sarampión, las paperas o la rubeola; así como otras recomendadas cuando se viaje a un país donde se puede contraer una enfermedad tropical, como fiebre amarilla. Este tipo de vacunas están contraindicadas cuando se sigue un tratamiento inmunosupresor.

«Ante esta situación hay que comprobar si la persona está inmunizada. Si no lo está, no se le vacunará durante el tratamiento porque podría haber un problema de seguridad. Habrá que aprovechar un momento adecuado para administrar la vacuna porque también puede ser un problema grave para estas personas que contraigan enfermedades como el sarampión o la rubeola, se debe prevenir», ha explicado el Dr. Bayas.

Si el paciente pretende viajar a países en los que hay enfermedades tropicales hay que tener en cuenta la situación de la persona, como indica la enfermera coordinadora de Investigación en Ensayos Clínicos y Doctora en Ciencias de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid, Antonia Beltrán, quien ha afirmado que «antes de viajar es fundamental informarse sobre este tema y hablar con el reumatólogo para que le informe cómo se debe proceder». Por norma general se pueden administrar estas vacunas tras un periodo de interrupción del tratamiento, siempre que así lo indique el profesional sanitario quien supervisará y el controlará el caso.